3/19/2012

El chico que llegaba tarde

Aún me atormentan las emociones fuertes. Mi vida ha sido extraña en cierta manera, sin embargo, puedo decir que soy un adolescente muy afortunado; a diferencia de otros adolescentes que se hacen infinitos nudos en la garganta y se tiran de los cabellos cuando sufren alguna decepción amorosa o cuando algún problema de matemáticas no les sale bien, a mí simplemente me resbala. Claro esta que no puedo negar también haberme sentido así; pero, en mí era distinto. Se me hacía difícil cuando algo malo o vergonzoso me sucedía, pero dialogaba con amig@s y me daba cuenta que ni les importaba, así que me preguntaba: Si no les importa a ellos por qué debería de importarme a mí. Es que se me hacía muy fácil arruinar amistades, destruir ilusiones, ser yo mismo era un morbo. Hacia sentir mal a las personas que me querían, era un morbo inesperado que sucedía sin percatarme. Qué por qué escribes esto, qué por qué ves esto, qué por que usas eso así, qué por qué todo; la gente trataba de comprender lo incomprensible, de darle un sentido a lo insensato y de alimentar a un cerdo mental con ositos de gomita. Pero es que es sencillo, simplemente criticar y no entender. Preferir detestar a comprender. Herir antes de hablar. Llamar la atención transformándose en un bicho social, sin el más mínimo sentido de gusto o respeto hacia los demás. Un encendedor, un cigarro, humo, las ganas de encajar en un lugar en el que se encaja siendo parte del montón. Un lugar donde tristemente ser tú mismo no es suficiente.

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