
El mundo de Adriana se volvía tinieblas cuando consumía, poco a poco, su creatividad salía a flor de piel y una parte de ella moría cada vez que encendía su triste placer. Llegó hasta tomar el dinero de sus clases de alemán para juntar y comprar bastante y revenderla, la señorita había creado su propio negocio.
Su habitación se había convertido ahora en su
fumadero. Podía consumir y consumir cuanto quisiese ya que nadie sospechaba
nada. Conseguía los paquetes de hierba en un abrir y cerrar de ojos. Solo se
los compraba a un conocido socialite que siempre llevaba consigo paquetes y
paquetes de hierba para venderle a los más incautos. El tipo había salido en
revistas, en la sección de sociales, festejando en fiestas. Su apellido
prácticamente carecía de vocales, esto lo hacía muchísimo más interesante para
la sociedad a la cual se enfocaba. Adriaana siempre le compraba, él socialité
ya la conocía y siempre le ofrecía cosas nuevas antes que a otros clientes. La
compra dependía de su estado de ánimo. El dinero se lo pedía a sus padres, les
llenaba la cabeza de mentiras, que eran para un trabajo, que para comprar nueva
ropa en tiendas del boulevard. Ella era una buena estudiante y sus padres, que
rara vez estaban en casa, pensaban que
era una chica ¨tranquila¨.
Matty vivía al otro lado de la ciudad, era un joven de 18
años, estaba en la universidad y constantemente veía a chicos metiéndose estupideces,
a él también le habían ofrecido pero declino. No era adictiva pero te hacía
consumirla todos los días. Un paquete mediano no costaba mucho, solo pedías
dinero y hasta a domicilio te lo llevaban. El odiaba la hierba, la aborrecía,
había atrapado a varios de sus amigos y no los dejo cumplir sus sueños, sus
mediocres sueños que terminaron de hundirse por la hierbita verde que, ojo, no
es adictiva porque dicen que no ha matado a nadie. No se daban cuenta de su
estado, tampoco se arrepentían. Lo harían muchas veces porque era algo así como
una moda, como un tabú que cada adolescente debe quebrar para sentirse ¨genial¨. Tristes adolecentes.
hola Jair. he vuelto.
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