6/02/2012

Marihuana fashion



El mundo de Adriana se volvía tinieblas cuando consumía, poco a poco, su creatividad salía a flor de piel y una parte de ella moría cada vez que encendía su triste placer. Llegó hasta tomar el dinero de sus clases de alemán para juntar y comprar bastante y revenderla, la señorita había creado su propio negocio.

Su habitación se había convertido ahora en su fumadero. Podía consumir y consumir cuanto quisiese ya que nadie sospechaba nada. Conseguía los paquetes de hierba en un abrir y cerrar de ojos. Solo se los compraba a un conocido socialite que siempre llevaba consigo paquetes y paquetes de hierba para venderle a los más incautos. El tipo había salido en revistas, en la sección de sociales, festejando en fiestas. Su apellido prácticamente carecía de vocales, esto lo hacía muchísimo más interesante para la sociedad a la cual se enfocaba. Adriaana siempre le compraba, él socialité ya la conocía y siempre le ofrecía cosas nuevas antes que a otros clientes. La compra dependía de su estado de ánimo. El dinero se lo pedía a sus padres, les llenaba la cabeza de mentiras, que eran para un trabajo, que para comprar nueva ropa en tiendas del boulevard. Ella era una buena estudiante y sus padres, que rara vez estaban en casa,  pensaban que era una chica ¨tranquila¨.

Matty vivía al otro lado de la ciudad, era un joven de 18 años, estaba en la universidad y constantemente veía a chicos metiéndose estupideces, a él también le habían ofrecido pero declino. No era adictiva pero te hacía consumirla todos los días. Un paquete mediano no costaba mucho, solo pedías dinero y hasta a domicilio te lo llevaban. El odiaba la hierba, la aborrecía, había atrapado a varios de sus amigos y no los dejo cumplir sus sueños, sus mediocres sueños que terminaron de hundirse por la hierbita verde que, ojo, no es adictiva porque dicen que no ha matado a nadie. No se daban cuenta de su estado, tampoco se arrepentían. Lo harían muchas veces porque era algo así como una moda, como un tabú que cada adolescente debe quebrar para sentirse ¨genial¨. Tristes adolecentes.


1 comentario: